Una visita a Nanciyaga fue mi primera incursión afuera del centro de Catemaco hace muchos años. Pagué mi derecho de entrada y pensaba que iba a tomar un agradable paseo solitario alrededor del parque famoso y por lo tanto rechazé las súplicas de guías para acompañarme. Tratando de cruzar el puente colgante, el propietario vestido en un traje, me persiguió y me prohibió ir más lejos sin un guía. Me di la vuelta y salí.
Cuatro años más tarde, me suavizé y pasé a tomar un tur guiado. Unos años más tarde descubrí que el propietario era en realidad un ser humano agradable. Así que ahora, después de unos cuantos años más y unos pocos cientos de páginas sobre casi cualquier cosa en la existencia en Catemaco y Los Tuxtlas, finalmente le dediqué una página: